Transformando la salud de Santander para el mundo

Cuando Víctor Raúl Castillo Mantilla se graduó como médico de la Universidad Juan N. Corpas de Bogotá, hace unas cuatro décadas, y se fue en su año rural a recorrer varios municipios del departamento de Santander, su tierra natal, se sorprendió con la precariedad del servicio de salud con la que eran atendidos la gran mayoría de pacientes.

Eran condiciones propias del siglo pasado, pensaba en aquel momento. No existían soportes ni ayudas especiales, tampoco especialidades, y las personas estaban a merced del “buen ojo del médico”. Allí le surgió a Castillo la primera inquietud por ofrecerle a esa parte de la población de su región una atención digna.

Le comentó la idea al cardiólogo y amigo Roberto Quiroz, quien fue su gran socio filosófico, y juntos se unieron en la misma intención: transformar el servicio de salud en Santander. Al inicio contactaron a varias fundaciones en Estados Unidos y consiguieron que estas financiaran el envío a ese país de niños que requerían intervenciones quirúrgicas del corazón para que les fueran practicadas sin que sus familias asumieran costo alguno.

Luego fueron los médicos estadounidenses quienes devolvieron la visita a tierras santandereanas, lo hacían hasta tres o cuatro veces en el año, pero suspendieron las actividades después de que se registraron en el país algunos atentados terroristas que los ahuyentaron.

Castillo mantuvo viva su intención pese a que durante cuatro años estuvo por fuera de Santander haciendo algunos estudios de especialización en Cali y Medellín. Al regresar, y mientras dirigía el Instituto Quirúrgico de Bucaramanga, creyó que lo mejor, ante las vicisitudes que se generaron con las fundaciones extranjeras, era desarrollar competencias en su tierra, creando así la Fundación Cardiovascular de Colombia en 1986.

Fue una idea algo quijotesca, dado que en aquel momento la mayoría de instituciones privadas de salud pasaban por una situación económica compleja. Pero Castillo, quien fue al principio director ejecutivo y hoy es presidente, se había especializado en cirugía cardíaca y sabía que podía hacer la diferencia en su región, la cual estaba huérfana de este servicio.

UN INICIO COMPLICADO

Los ciento cincuenta primeros pacientes intervenidos quirúrgicamente por la Fundación Cardiovascular de Colombia fueron atendidos gratis, como estrategia para posicionar a la entidad en la ciudad y ganar en credibilidad.
Sin ayudas externas y solo con los dineros que puso el grupo fundador liderado por Víctor Castillo, la Fundación comenzó con su proceso de crecimiento, lento pero seguro, no exento de retos y de dificultades. Consiguieron unos recursos con donaciones de organizaciones extranjeras, surgieron los primeros contratos con entidades públicas y sobre esa base fueron creando capacidad instalada que los llevó a inaugurar en 1995 su primera sede en Floridablanca.

Con los años la Fundación fue sumando servicios adicionales a la cardiología y la cirugía cardíaca. En 2008 construyeron otra sede, la del Hospital Internacional, que junto a los institutos Cardiovascular, Medicina Ambulatoria Preventiva, Cáncer, Ortopedia y Trauma, y Neurológico, más el Hospital Virtual –para la atención hospitalaria en casa–, una EPS y diferentes centros como el de la mujer, de nefrología, radiología, entre otros, hoy conforman este conglomerado de quince unidades empresariales, todas con sede en Bucaramanga, que son reconocidas en el país y en Latinoamérica como de las mejores por su calidad en su atención y su eficiencia administrativa.

“Hemos demostrado que en la región también podemos y somos capaces, que no es solo algo que ocurre en lugares privilegiados. Además de la salud hemos transformado la cultura y evidenciado que en Santander somos buenos y eficientes”, expresa Castillo.
De las palabras han pasado a los hechos, pues durante dos años consecutivos el complejo médico de la Fundación ha estado entre los tres primeros del país de acuerdo con el “Ranking Hospitales y Clínicas de América Latina 2021”, elaborado por la revista especializada América Economía, y uno de los diez mejores de Latinoamérica, sobre todo por su servicio de cardiología.

CON ENFOQUE SOCIAL

Pero no contentos con aportar a la salud y el bienestar de los santandereanos, los colombianos y los extranjeros que acuden hasta Bucaramanga atraídos por la calidad de su atención, la Fundación apoya una causa social, la Fundación Montañas Azules, cuyo propósito es muy similar al que tenía Víctor Castillo cuando comenzó con esta idea: ayudarles a las personas con escasos recursos que no cuentan con la posibilidad económica de acceder a servicios especializados, brindándoles transporte, albergue y comida e incluso medicamentos cuando los necesitan.

También les ayudan a conseguir las citas con especialistas sin importar el lugar en el que se encuentren, superando barreras como las dificultades de comunicación.

Montañas Azules, de otro lado, tiene a su cargo la operación de los restaurantes y las cafeterías del Hospital Internacional, y los recursos que obtiene de esa labor son utilizados para financiar sus obras sociales, aún cuando empresas líderes en ese mercado han insistido para tener presencia en esos sitios, pero la Fundación ha sostenido ese apoyo sin importar las ofertas que le han hecho.

Pero hay más, pues entre el conglomerado de instituciones que hacen parte de la entidad se encuentra la Fundación Universitaria, una institución de educación superior que ofrece programas de posgrados para fortalecer las competencias de los profesionales de la salud en el departamento.

“Yo creo que el mayor aporte que la Fundación le ha dado a la región es que su gente la ha tomado como propia y la tiene como un activo social de la comunidad. Arrancamos de cero y hoy tenemos una valoración de más de 800 mil millones de pesos haciendo un ejercicio con foco y transparencia durante todos estos años”, cierra Castillo.

Una fundación que es y da ejemplo en la transformación de salud, con un impacto directo en su región.

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