Ni los más grandes artistas que se han presentado en Medellín tuvieron la asistencia del homenaje póstumo a las víctimas del siniestro aéreo del Chapecoense, y a sus familias. El 30 de noviembre de 2016, día en que se jugaría la final de la Copa Suramericana entre el equipo brasileño y el Nacional, la solidaridad del pueblo antioqueño se vistió de blanco, con ramos de flores y velas. El estadio Atanasio Girardot no alcanzó para albergar a 30 mil personas que querían expresar su sentimiento de solidaridad a las familias de los fallecidos. A Brasil.
La tristeza fue colectiva. Los jugadores y directivos del club verde, los habitantes de la región, el cuerpo de rescate, los sicólogos, los traductores y la comunidad se unieron para ayudar. El Atlético Nacional inició la ola solidaria, y su presidente Juan Carlos de la Cuesta sugirió a la Conmebol darle el título de la Copa Suramericana al Chapecoense, pese a ser el único trofeo suramericano que le falta a Nacional, e impulsó la idea de que los aficionados que compraron la boleta para la final y recargaron su abono, tuvieran la opción de donar el dinero al club brasileño.
La tragedia fue de todos. Un abrazo que llegó hasta Brasil, que le dio la vuelta al mundo.