El maestro es cada vez más acompañante

Los cargos son circunstanciales, comenta Wasserman, y quizás para él sea igual de relevante haber sido rector de la Universidad Nacional, director del Instituto Nacional de Salud o presidente de la Academia Colombiana de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, que dirigir cerca de cien tesis, de ellas once doctorales y más de una treintena de maestría.
“La arrogancia no cabe, por lo menos no en mi profesión. Aunque los cargos en que estuve circunstancialmente tenían alguna exposición, la arrogancia es un efecto y sería la última de las condiciones apropiadas para ejercer una labor de carácter social”, precisa.
Porque si ha habido algo que ha realizado en su 75 años de vida es el de haber tenido un impacto positivo en cientos de estudiantes que se nutrieron de sus enseñanzas y aprendizajes, si bien no deja de enorgullecerse por el hecho de asumir responsabilidades directivas en instituciones tan importantes para la sociedad en los campos de la educación, la salud y la investigación.
“En el caso de mi profesión hay una relación muy estrecha con los estudiantes y con los colegas desde el laboratorio y las instituciones que genera lazos claves y eso es lo que produce el impacto. El papel del maestro cada vez más es de acompañante y menos de director de orquesta o un líder”, menciona Wasserman.

SUS REFERENTES

En su etapa estudiantil, tuvo varios referentes que fueron moldeando su personalidad, su carácter y sobre todo su filosofía y sus pensamientos desde los puntos de vista humanista y profesional.
Uno de ellos fue Bertrand Russell, filósofo, matemático, lógico y escritor británico, ganador del Nobel de Literatura y de quien destaca “su visión sumamente humanista y progresista del mundo y de la gente”, y Karl Popper, epistemólogo que analizó el problema de la construcción del conocimiento, tal cual como él quiso hacerlo en su trayectoria profesional.
Más próximos a él, Wasserman recuerda a dos profesores en el colegio Colombo-Hebreo de Bogotá: uno de geometría, “un costeño muy simpático, de apellido Manotas” en cuarto de bachillerato, que fue el que “más me desarrolló el rigor lógico. La geometría da un marco lógico de suprema fortaleza”, y particularmente otro de química, que fue lo que terminó estudiando en la universidad: un italiano de nombre Ferruccio, quien incidió de manera notable en su decisión de qué camino seguir en la educación superior.
Cosa curiosa, Wasserman también les agradece a algunos profesores “muy poco generosos” en su forma de enseñar que le señalaron “qué no hacer” y otros que “como el Chapulín, enseñaban sin querer queriendo”.
En sus recuerdos está una de filosofía que organizaba juicios a teorías filosóficas en los cuales ella participaba muy poco. Esta actividad se realizaba entre los compañeros, y los aprendizajes que les quedaban del ejercicio “eran mayores a los de una cátedra, entonces el impacto era colateral, casi de carambola”.

EL LABORATORIO FUE SU JUGUETE

Moisés Wasserman es hijo de una pareja que estaba conformada por un médico y una bacterióloga, quien tenía un laboratorio en casa. Esto hizo que él, desde niño, forjara una actitud positiva hacia las actividades relacionadas con la ciencia, tanto que ese era su espacio favorito y en él jugaba y se divertía.
Esa fue, quizás, la piedra inicial sobre la cual comenzó a edificar su futuro profesional, seguramente de forma inconsciente al inicio, pero luego con la lectura y el estudio fue dándole mayor seriedad a esa ruta formativa.
“A veces hay cosas que uno decide y otras en que es la vida la que decide por uno”, expresa. Y entonces dice que quizás su meta no era llegar a los cargos directivos y administrativos que ocupó, y que cuando llegó a la dirección del Instituto Nacional de Salud fue por una crisis en la que le solicitaron que asumiera ese rol, que no había ni planeado ni imaginado.
A la rectoría de la Nacional, en cambio, sí se postuló, pero más motivado por colegas y decanos que porque fuese su convicción.

Moisés Wasserman fue el ganador de EL COLOMBIANO Ejemplar 2021 en la categoría Ciencia y Tecnología-Persona. 

Hoy, a sus 75 años, y aún activo en la opinión pública, entre otras facetas como columnista de espacios periodísticos, dice que lo hace feliz el hecho de seguir pensando y haciendo, escribiendo y participando en discusiones, pero también cuando tiene momentos de tranquilidad con la familia y los amigos, con su hijo y su nieta que lo deslumbra con su inteligencia.
“Por suerte tengo tranquilidad financiera, salud y capacidad para hacer muchas de las cosas a las cuales hoy me dedico y esos son los componentes necesarios para el resultado final”.

UNA TRAYECTORIA PARA ENMARCAR

Su trayectoria académica y profesional es difícil de sintetizar, porque ha pasado por muchos cargos, pero se resume en que es químico de la Universidad Nacional y doctor en Bioquímica de la Universidad Hebrea de Israel, y cuenta con estudios de posdoctorado en microbiología en la Universidad del Estado de Nueva York en Stony Brook.

A la Nacional volvió como profesor y luego fue decano de la Facultad de Ciencias antes de asumir el cargo de rector en 2006 y por un periodo de seis años, con una reelección en el medio. En el Instituto Nacional de Salud fue director por tres años, de 1995 a 1998, y es miembro de varios entes como Colciencias, de la Academia Colombiana de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, de Colfuturo, de la Academia de Ciencias de América Latina y de la Junta Directiva de la Fundación para el Fomento de la Ciencia y la Tecnología del Banco de la República.
El premio EL COLOMBIANO Ejemplar recibido este año se suma a otros reconocimientos de relevancia como el Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar en 2014, el Premio Vida y Obra como investigador emérito de Colciencias en 2014, el Premio Nacional de Ciencias Alejandro Ángel Escobar en 1984, entre otros.

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