Una revolución sin muertos. Una oportunidad para los jóvenes del “no futuro”. Los movimientos culturales de la Comuna 13 de Medellín han representado eso y mucho más para quienes nacieron en la periferia. Después de la Operación Orión en 2002 se crearon diferentes colectivos culturales para volverse actores de paz. La herramienta de transformación más poderosa que encontraron fue el hip-hop, cultura que nació a finales de los sesenta, en los suburbios de Nueva York, en medio del ambiente hostil que vivían las comunidades afro.
También se sumaron otras artes. Un ejemplo es el Grafitour, iniciativa que lleva a extranjeros y ciudadanos a un recorrido por la comuna. En 2002, cuando empezó, participaban 100 visitantes, pero el miedo se ha ido perdiendo y hoy, según Jehhico, líder cultural de la zona, llegan cerca de 500 visitantes al mes. Además de los tours han pintado fachadas, arreglado techos y se han creado pequeños negocios de bebidas y comida.
De aquella Comuna 13 recordada por los desaparecidos y la guerra entre bandas queda la memoria, las cicatrices. Sobre ello los movimientos culturales han construido un lugar que no está cercado y que no produce miedo. “Hay personas que no se imaginaron viniendo aquí. Algunos lloran cuando ven los cambios, eso nos alegra”, señala Jehhico.