Fue una noche esperada, y la razón es simple: en ella se encuentra el alimento fundamental para el alma. Pero a lo profundo se llega gracias a los sentidos y, en este escenario, tenemos con nosotros un festival.
Hoy están aquí quienes tuvieron apertura y curiosidad al respirar para sentir aromas a sus espaldas, aquellos diferentes a los propios, y que necesitaban ser rescatados. Les bastaba solo un toque para cambiar su destino.
Hoy tenemos aquí a quienes supieron, genuina y honestamente, escuchar y entender. Hoy tenemos aquí a quienes traspasaron las impresiones, los hechos y los diagnósticos, ofreciendo una mirada más allá de las trabas del destino, para visualizar y soñar en el otro nuevos y alegres nortes como posibilidades reales de llegada. Hoy tenemos aquí a quienes se regalan el dulce y alegre sabor que deja en el paladar la satisfacción de entregarse y de dar. Hoy tenemos aquí a quienes se sienten y fusionan con un todo superior cuando sus manos se enlazan, conectan y actúan.
Y así, sentido a sentido, se nutre el intelecto y se inspira el alma de los Colombianos Ejemplares que esta noche celebramos. Esta fiesta es ciertamente un homenaje para ustedes, pero va más allá. Las ondas de sus actos han tocado a sus benefactores y hoy por medio de EL COLOMBIANO se expanden a la ciudad y a todo un país que gracias a ustedes va a reconocer la belleza del ser humano colombiano y su potencial generoso.
Para terminar quiero hacer un homenaje al presidente Belisario Betancur, quien lideró el jurado de El Colombiano Ejemplar, y amó cada una de las personas e historias de este premio hasta el punto que, estando gravemente enfermo, no quiso cancelar su asistencia a la reunión de jurados para deliberar y nos dejó esperándole el mismo día que trascendió más allá de su cuerpo y se fue cumpliendo con el pacto de la vida.