Gabriel Poveda Ramos y su legado de mil saberes

Fue el ganador de EL COLOMBIANO Ejemplar en la categoría Empresa-Persona en la edición de 2007.

“Papá, te mandó saludos Pedro Restrepo”, le avisó su hijo Germán. “Restrepo Posada, Pedro Juan. Claro que me acuerdo, del curso de ecuaciones diferenciales de 1963 en la Facultad de Minas. Dile que le mando muchos saludos”.

Este recuerdo quizás sea impreciso en algunos de sus detalles, pero la anécdota que referencia Germán describe cómo aún, a sus 90 años, una de las mentes más brillantes en la historia de Antioquia y de Colombia conserva la lucidez que lo ha hecho hacerse un lugar en la historia del país

Gabriel Poveda Ramos es un erudito y un sabio: es Ph.D. honoris causa en Ingeniería, magíster en Matemáticas Aplicadas, especialista en Matemáticas Superiores, ingeniero electricista, ingeniero químico, profesional de la Escuela Militar de Cadetes y electrotécnico.

Muy pocos, de igual forma, tienen el honor, como él, de consignar en su hoja de vida que ha sido miembro correspondiente de la Academia Colombiana de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales –y elegido miembro honorario de la misma–, integrante del comité encargado de crear Colciencias, fundador del Departamento de Física y Matemáticas de la Universidad del Valle, de la Sociedad de Ingenieros Químicos de la UPB y el Instituto Colombiano de Ingenieros Químicos.

También fue cofundador de la Sociedad Colombiana de Matemáticas, la carrera de Matemáticas Aplicadas en la Facultad de Minas de la U. Nacional sede Medellín, de la Universidad Tecnológica de Pereira y de la Facultad de Estadística de la Universidad de Medellín, y este espacio se va quedando corto para seguir relatando la extensa lista de méritos que acumuló en su vida y que le valieron ser destacado como EL COLOMBIANO Ejemplar en 2007.

Un país más justo

Germán, uno de sus cuatro hijos, describe a su padre –quien hoy por condiciones de salud no puede atender visitas– como un visionario que, de manera certera, diagnosticaba los problemas del país y proponía soluciones desde su saber, siempre con la premisa de que la sociedad fuese más “justa y equitativa”.

Su interés permanente por el estudio se evidenció en su extensa obra. Aún con su edad y su estado de salud sigue escribiendo y leyendo como lo hizo en su etapa más activa.

El ingeniero Darío Valencia, exrector de las universidades de Antioquia y la Nacional, quien fuera su discípulo, su amigo y su compañero en muchos frentes, resalta sus habilidades como escritor, lo cual siempre lo asombraba.

“He podido conocer la mayoría de sus muchos libros, una parte significativa publicada en la última década. Lo que observo es que no son producto de un trabajo cercano a la publicación del respectivo libro, sino el resultado de estudios metódicos a lo largo de su vida, los cuales le han permitido reunir material y criterios que en algún momento encuentran salida en determinada publicación”, expresa Valencia.

Gabriel fue columnista semanal en los periódicos El Mundo y EL COLOMBIANO sobre educación, ciencia, economía, ingeniería, industria y desarrollo, que luego fueron recopiladas en su libro Pensamiento crítico. Una recopilación periodística, editado por la Universidad Remington en 2015.

Germán recuerda que en su casa siempre hubo un espacio considerable para los libros y la música, dos de los placeres que más disfruta su padre, quien en todo lo que hacía dejaba su huella de rigor y disciplina. Su sed constante por aprender lo llevó a dominar cinco idiomas: español, francés, alemán, portugués e italiano.

“Él siempre fue mi referente por la profundidad y la integralidad de su pensamiento, con lo cual defendía sus ideas desde una perspectiva ética importante”, afirma su hijo.

La docencia era una de sus pasiones, siempre con el mismo empeño por servir desde esa faceta a la sociedad.

Alguna vez, en una finca, Germán lo interrogó: “Papá, ¿qué es lo más importante en la vida?”. Su respuesta fue “servirles a los demás”. En esa frase su hijo resume la actitud generosa con la que Gabriel compartía su conocimiento para beneficio de decenas de generaciones que se nutrieron de sus enseñanzas.

“Lo recuerdo como el perfecto caballero, de fino trato y gran cultura científica y humanística, lo que ahora llaman un polímata. En sus clases se distinguía por el orden tranquilo de una elocuente exposición que revelaba al conocedor e investigador de lo que trataba. Lo esencial de esa clase quedaba en un bello tablero que daba pesar borrar al comienzo de la siguiente clase”, rememora Darío Valencia sobre el profesor Poveda.

Un gran ser humano detrás de un sabio.

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