J Enrique Ríos

Economía, Persona Ejemplar

J. Enrique, el periodista de los números

Dijo el escritor Alberto Aguirre del periodista J. Enrique Ríos que este tiene “una memoria prodigiosa, que palpita como recién nacida”. Y es cierto, su historia, que es la historia del Noticiero Económico Antioqueño, la cuenta de golpe, con detalle y sin recortes.

En la sala de su casa —que no es la misma desde que su esposa Graciela murió hace unos meses— hay un cuadro generoso con una escena bíblica famosa: Isaac sobre el altar del sacrificio, Abraham cuchillo en mano y el Ángel de Jehová interviniendo. “Es la prueba más grande de la fe”, dice Jota, que mientras hila su historia no deja de adjudicarle responsabilidades a Dios: “me ayudó, me preparó”.

También tiene, ya en el estudio, una foto de su época de ciclista mientras llega a la meta ganando una carrera; hay otra en la que lo acompaña un muchachito, un aficionado. “Ese es ‘Cochise’, yo fui entrenador de él”, dice con una sonrisa, igual que el mago que saca la carta que escondía bajo la manga.

Siendo un adolescente, después de tres años de disciplina, oraciones y leer el Nuevo Testamento, el sacerdote Jesús Emilio Jaramillo lo sacó del seminario por sus críticas a las normas, específicamente una: no le gustaba que leyeran las cartas que le llegaban de Virginias (Puerto Berrío), donde vivía su familia, y menos que las propias las revisara el prefecto antes de ser selladas. Años después, para su matrimonio con Graciela, ya libre de la rabia juvenil, buscó al padre Jaramillo para que oficiara la ceremonia, lo hizo y también bautizó a sus cinco hijos: Claudia, Jorge, Juan, Jaime y Carolina.

Su vida de periodista empezó después del ciclismo en el diario El Correo, de donde salió y después, a los años, como una forma de hacer algo que otros no, se inventó el Noticiero Económico Antioqueño, que primero gozó de espacio en Caracol y luego en Radio Súper y que ahora se transmite en la emisora de la Cámara de Comercio.

Empezó el primero de mayo de 1975 con un principio: la duda. No sabía nada del tema y ese fue el éxito, hubo pedagogía, clases de economía para los oyentes de todos los días y el florecimiento de la industria antioqueña le dio un empujón. Hoy, después de los años y la jubilación, repite: “El periodista tiene que hacerse el que no sabe, así crea que conoce el tema”.

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