La muñeca que nos puso a patinar

• La selección Colombia de patinaje es la mejor entre todas las del mundo
• La Harinera del Valle, con su producto Pastas La Muñeca, es el gran motor de esto
• Su patrocinio comprueba que la responsabilidad social sí existe
Carlos Arcesio Paz Bautista, gerente de Harinera del Valle S.A., lo dice con orgullo de padrino y con la razón de las cosas evidentes que hasta Santo Tomás avalaría: «por fin en Colombia tenemos una conciencia colectiva, estamos emocionados y descubrimos que podemos ser los mejores del mundo en algo».
¿Algo? Algo es igual a patinaje. Un deporte que, a pesar de que todavía no reúne los suficientes votos políticos para tener su carácter olímpico, es el que más glorias nos ha dado en los últimos diez años, el que más deportistas atrae día a día, y el único que nos brinda la oportunidad de decir: «Somos los mejores del mundo». No de la región, no del continente.

Del mundo

Así las cosas, los créditos y las ganancias de tan maravillosos resultados son difíciles de endosar a una u otra persona y a una u otra entidad.
Los patinadores, los entrenadores, los padres de familia, la Federación Colombiana de Patinaje, Coldeportes… han tenido que aportar sus esfuerzos y dedicación para que el patinaje en Colombia despegue como lo ha hecho. Pero, también, el apoyo de la empresa privada, es algo que hay que reconocer sin tartamudeos ni objeciones.
Pastas La Muñeca, la marca que aparece en los uniformes de nuestros héroes de la velocidad, es tal vez la primera que nos da el ejemplo de cómo ayudar al desarrollo de un deporte, a generar éxtasis en los colombianos con una disciplina que casi nadie miraba y a meterse de cabezas en la suerte de patrocinar unos muchachos que corren sobre ruedas.
Antes, nuestros patinadores sí tenían patrocinios, pero con La Muñeca todo ha sido redondo y productivo.

El legado de Don Arcesio

El fundador y la persona que le puso todo su empeño a la Harinera del Valle, don Arcesio Paz Paz, tenía siempre entre ceja y ceja el deporte.
En la casa de los Paz siempre había una disciplina en desarrollo. El viejo Arcesio competía en turismo de carretera y era capaz de irse desde Quito hasta Caracas en su automotor, cuando no estaba en Estados Unidos o en México pegado del acelerador.
No obstante la pasión por el deporte no quedó ahí. Su hijo, Carlos Arcesio Paz, se dedicó a crecer la empresa familiar y, de paso, a encontrar un deporte que trasmitiera los valores que su padre siempre quiso inculcar.
«En un país en el que las opciones de los jóvenes son tan complejas, el patinaje es un deporte que trasmite valores como el sacrificio, la entrega, disciplina, trabajo en equipo, la gloria espiritual y el acatamiento de reglas para conseguir los objetivos», explica el gerente de la Harinera, fanático de las pastas, cocinero de ellas como ninguno y el «papá» de los seleccionados, que en cada mundial les pone los ojos cuadrados como ravioli de tanto dárselos en las comidas.
Carlos Arcesio Paz, administrador de negocios de Eafit y con 57 años de edad, es una persona que vende pastas con infinidad de halagos y propiedades, sabe mucho de la actualidad deportiva y es un abanderado de las prácticas de responsabilidad social que deben tener todas las empresas del país, para su desarrollo.
Los réditos deportivos de la Selección Colombia de patinaje también se ven reflejados en el sentimiento positivo hacia la marca de La Muñeca, una empresa adquirida en 1994 al Grupo Santodomingo por la Harinera de los Paz.

La popularización

Cuando en televisión salían los «Escarabajos» subiendo en sus ciclas cualquier pared de esas fundemotores, quemallantas y con neblina escriturada de por vida, ellos tomaban malta, porque era la «bebida de campeones». Desde ese momento, más de un niño se entusiasmó a tomar malta, a osar haciéndolo montado en la de contrapedal y creyéndose un Lucho Herrera en empaque pequeño.
Era el negocio del «gana gana» entre la empresa privada y las glorias deportivas.
Y aunque no existen datos decantados que confirmen que las pastas de La Muñeca subieron sus ventas gracias a la población infantil, como en el caso de los ciclistas, lo evidente es que el patrocinio dado a la Selección Colombia de patinaje sí a crecido sus ventas.
Es un vínculo en donde las pastas aparecen como una fuente de energía envidiable y que los patinadores refuerzan con sus valores de disciplina y tenacidad.
Pero, dejando a un lado los beneficios empresariales obvios, el gran logro de esta estrategia de mercadeo es que, más que el consumo de pastas, se disparó el número de niños y niñas que quieren tener algún día una muñequita de pelo azul en sus licras rojas.
Zancada a zancada, el patinaje en Colombia logró posicionarse como el tercer deporte más popular, según una encuesta que Carlos Arcesio Paz repite con insistencia.
«Nosotros hemos logrado un trabajo de patriotismo y de convertir al patinaje como símbolo del país» repite el «padrino» de los patinadores.
Pero, si lo dice él, lo ratifican muchas de las figuras que hemos visto ondear la bandera colombiana y llorar por los triunfos obtenidos en más de ocho mundiales, en los que la mancha roja de La Muñeca ha vapuleado a los pinchados de la elite.
«Antes de La Muñeca no había tanto apoyo al patinaje. Ellos nos dan los implementos de la selección, pagan nuestra concentración antes de cada campeonato, y por ejemplo, para el mundial de China, nos dieron hasta clases de mandarín», cuenta María Claudia Salazar, una caleñita de 18 años que dejó a todos con la cara pintada cuando ganó tres oros y una plata en los mundiales celebrados en Cali, el agosto pasado.
María Claudia, y su compañera de selección, Jercy Puello, ratifican que la presencia de La Muñeca garantiza la presencia de Colombia en los mundiales, ayuda a la masificación y a generar patinadores de más calidad.
«Con sólo decir que la cantidad de niños y niñas que llegan a los patinódromos después de cada mundial, es impresionante», dice Jercy, quien además es una de las pocas seleccionadas que reciben patrocinio directo de La Muñeca.
Y si de patinódromos se trata, «Colombia ya es el país de Latinoamérica con más espacios para la práctica de este deporte», dice con más orgullo el doctor Paz, quien además confirma que el contrato de patrocinio con Fedepatín, se extendió por otros diez años.
Es decir, que el vínculo de la empresa privada y el fomento deportivo de los patinadores asegurará la supremacía colombiana en este campo hacia futuro.
Así como concluye el campeón juvenil Joseph Izquierdo, «los patinadores del mundo se seguirán peleando por tener una de las camisetas con muñequita abordo», en cada mundial al que lleguen las cuatro docenas de deportistas impulsados por la marca de Harinera del Valle y con la misión de nunca dejar bajar a Colombia del podio de los campeones.

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