Jairo García se ordenó como sacerdote, pero se retiró por cuestiones de fe. Aunque es de Itagüí, Antioquia, hace 23 años se fue a Tumaco, y en esos ires y venires de las miserias, de ver el dolor de la gente del Pacífico, se volvió escéptico. Decidió ayudar a la comunidad desde la educación.
Se enamoró del pueblo y empezó a cambiar vidas, incluso la suya: se casó y tuvo dos hijas. También se hizo profesor y empezaron las ideas y las cuentas:al ver a Tumaco con 203.000 habitantes y 60.000 estudiantes inscritos en el registro académico, y solo una biblioteca pública, en la zona más marginal del municipio, se le ocurrió crear una bicibiblioteca. Ahora ya tiene dos, desde las que cuenta historias a los niños de la región en el parque Colón y en el barrio La Florida, de Tumaco. Sus usuarios no solo leen, sino que juegan, cantan, ven películas, títeres y programan conciertos.
En las bicibibliotecas viajan los libros, y además los sueños de que con la lectura se puede cambiar el mundo. Jairo se imagina a Tumaco con dos o tres grandes bibliotecas. Por ahora pedalea.