Personaje ejemplar: Cultura
Andrés Orozco y su batuta sin frac
El más celebrado de los directores de orquesta de Colombia en el momento, Andrés Orozco Estrada, viste de tenis y bluyín… Cuando no está parado bajo un chorro de luz, de espaldas a un público que lo observa desde la oscuridad. Juvenil e informal también son sus tratos con todo el mundo. Tanto, que quien lo desconozca no cree fácilmente que este medellinense fue llamado el Milagro de Viena por su dirección de la Sinfónica de Tunkünstler, en 2004; que ha sido director de Orquestas Sinfónicas y Filarmónicas de inmenso renombre, como la de Euskadi, en España; la de Viena; la de Frankfurt, y ahora, la de Houston, en Estados Unidos.
Que su prestigio en el campo musical es tan extenso, que no puede aquietar sus plantas: se mantiene viajando por ciudades de idiomas diversos en los que se comunica con el lenguaje de la música. Nos ha dicho que su secreto para plasmar un estilo propio, una marca, a pesar de dirigir obras que no permiten salirse de la partitura, es descubrir el alma de la orquesta. Una vez hallado, “potenciar aun más esa singularidad”. Nacido el 14 de diciembre de 1977, se crió en Manrique en una familia sencilla. Siendo un adolescente, esta se mudó a Itagü. y luego a Envigado. Andrés estudió en el Instituto Musical Diego Echavarría Misas. Y jugaba fútbol. Era portero.
Pero pudo más la música. Pudo más el arco del violín. Tuvo entre sus profesores a los maestros Cecilia Espinosa y Alejandro Posada, quienes lo recuerdan como un alumno brillante, inquieto, prometedor. Y después, andando los tiempos, lo han invitado a dirigir sus conjuntos. Estudió en la Universidad Javeriana, de Bogotá, pero a los dos años, sin concluir su carrera, en 1997, se fue a Austria con un grupo de compañeros, a buscar lo que realmente quería: estudiar dirección musical. ¿Privaciones? Por supuesto. Durante el tiempo que estudió en la Universidad de Música y Arte Dramático de Viena compartía un apartamento con ellos y comía atún varios días a la semana, pero no le importaba: sabía que sin sacrificio no hay éxito. Andrés Orozco está casado con Julia, una mujer austriaca, con quien tiene una hija, Laura, de dos años y medio.
“Mi instrumento es la orquesta”, suele repetir este artista, a quien los integrantes de ese instrumento ven saltar, hacer caras, cantar si está dirigiendo un coro… Un semblante vital que contagia de entusiasmo.